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Diego Petersen: De enojos, deuda y rendición de cuentas

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El gobernador Alfaro está enojado, muy enojado, porque se le cuestiona la manera en que endeudó al Estado a pesar de que él, y nadie más que él, fue quien prometió no hacerlo. La promesa, hecha en un debate durante la campaña, fue un error, pues la deuda es un instrumento básico en la gestión pública. Fue uno de esos arranques populistas (él detesta que le digan que eso es populismo, pero sí lo es) a los que ya nos tiene acostumbrados. Alfaro cree que hablar fuerte y golpeado lo hace tener la razón. Quizá simplemente le falte memoria, pero eso es lo de menos. ¿Cuál es el problema de la deuda de Jalisco? Vamos por partes.

La deuda pública está satanizada en este país porque fue el origen de dos crisis de finanzas del sector público (1976 y 1982) que nos costaron carísimo a una generación de mexicanos. Posteriormente la deuda de los Estados de la República se convirtió en escándalo por la forma en que los gobiernos, particularmente el de Coahuila en el periodo de Humberto Moreira y del Estado de México con Peña Nieto, se endeudaron irresponsablemente. Fue tan escandalosa la manera incluso fraudulenta en que contrataron la deuda que el gobernador Aristóteles Sandoval cerró esa llave para Jalisco durante todo su sexenio. Quizá fue eso mismo lo que hizo prometer a Alfaro lo que a la postre no cumplió. Gracias a la rigurosa gestión del Gobierno de Aristóteles Sandoval, Enrique Alfaro recibió unas finanzas públicas con un techo de endeudamiento que ningún otro gobernador había tenido (pero nadie habla bien de su antecesor, los gobernadores creen que la luz se inventó con ellos).

¿Es un problema el monto de la deuda pública en Jalisco? No. El monto total con respecto a los ingresos está dentro de los márgenes autorizados por la Secretaría de Hacienda y las calificadoras internacionales, lo cual no significa que el endeudamiento sea correcto. Imaginemos el caso de una familia donde reclaman al padre haberse excedido en las compras y la respuesta del ofendido jefe de familia es que no ha excedido el límite de crédito de las tarjetas. El que no haya excedido los topes crediticios no significa que el padre de familia o el Gobierno no deban explicar cómo gastaron. 

La deuda pública tiene sentido sólo si la obra que se construye con esos recursos genera beneficios económicos y sociales superiores al costo financiero. Para ello hay que hacer estudios y proyectos ejecutivos, tal como dice la ley. Si algo ha caracterizado a la gestión del gobernador Alfaro es que se contrató deuda, con la complicidad de los diputados de PAN y PRI, de forma genérica, sin proyectos ejecutivos ni estudios de impacto. Encima, la obra se asignó de forma opaca, con concursos arreglados (la más evidente es la que se asignó a Caabsa por cerca de 800 millones con requisitos absurdos que sólo ellos cumplían) o se fraccionó para no licitar.

Es el Gobierno el que está obligado a rendir cuentas de cada peso y particularmente de esos pesos que nos van a costar a los jaliscienses en los próximos años… aunque el gobernador se enoje.

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